domingo, 15 de mayo de 2011

Seguimos con la literatura folclórica (modificado)

LITERATURA FOLCLÓRICA DURANTE LOS SIGLOS XVIII Y XIX

Después de hablar sobre la literatura folclórica desde los tres géneros literarios, continuamos con los siglos XVIII y XIX, este es el período en el que se producen las recopilaciones más importantes de los cuentos folclóricos europeos.

El primer gran recopilador de cuentos folclóricos del siglo XVIII es Charles Perrault en Francia. En esta época reinaba en Francia Luis XIV (el rey Sol).
Charles Perrault fue un escritor francés que ejerció la abogacía durante algún tiempo, pero después se entregó plenamente a la literatura.
Reúne una serie de historias y las reescribe, las adapta con el objetivo de que sean moralizantes,  y añade sus propias moralejas. Él no inventa las historias, sólo las adapta. Algunos ejemplos son: “Pulgarcito” o “Caperucita roja”, entre otros.
La versión que hizo  de “Caperucita roja” tiene intención moralizante y era muy dura porque el lobo terminaba comiéndose a caperucita por lo que el cuento no tenía final feliz. Más tarde en el siglo XIX los hermanos Grimm hacen otra versión del cuento sin moraleja y con un final feliz.
Tiene una obra muy importante: “Les contes de fées”.

Charles Perrault


También en Francia en el siglo XVIII hay otros autores que publican libros con finalidad moralizante. Con autores como Armand Berquin y Madame Leprince de Beaumont  observamos la evolución que tienen los cuentos folclóricos a lo largo del tiempo. También con estos dos autores se ve la diferencia que entre la versión de un hombre y la de una mujer sobre una misma historia.
“El amigo de los niños” es un libro compuesto por varios cuentos publicado por Berquin. Más tarde Madame Leprince de Beumont escribió “El almacén de los niños”, libro compuesto por varios cuentos como por ejemplo “La bella y la bestia”, más tarde Disney la adaptó.



En esta misma época otro autor que destacamos es John Newberry en Inglaterra, creó la primera librería para niños y jóvenes. Editó abecedarios, libros didácticos y también cuentos folclóricos para niños que ya saben leer. El más famoso es: “Little pretty pocket book”. También se editó una revista para los niños mayores de 7 años llamada “The liliputian magazine”.

En este siglo en España destacamos varios fabulistas como Tomás de Iriarte que cogió fábulas y las adaptó dirigidas a los malos poetas. Otro personaje importante es Félix María Samaniego que escribe fábulas por encargo del seminario de nobles y muchas de estas fábulas están inspiradas en Esopo.
Estas fábulas no eran para niños, ellos no los entendían.
Había unos escritos que al salir de las iglesias se les repartían a los niños, llamados “los aleluyas”, eran historias de vidas de santos y milagros en viñetas y debajo de cada una de ellas, dos o tres versos.


                Irriarte                                                                           Samaniego


El siglo XIX aparece el Romanticismo, es un movimiento cultural, artístico, político e ideológico que nace en Alemania y se pone de moda en Europa. Este movimiento afecta a muchos aspectos de la vida. El primer representante de esta corriente fue Goethe. Los románticos eran todos liberales y revolucionarios. Los principales temas son: el amor y la muerte.
La idea que tenemos de romanticismo es algo romántico, pero es más complejo que esto.




Los hermanos Grimm

Wilhelm Hoffman fue otro de los recopiladores importantes, con “Cuentos fantásticos” y “El cascanueces y el rey de los ratones”.

Hans Christian Andersen sobresale en Dinamarca en la segunda mitad del siglo XIX. Es el patrón de la literatura infantil. Durante la época del realismo escribe, recopila y adapta historias. Andersen es el autor de “La pequeña vendedora de fósforos”, “La reina de las nieves”. Otra de sus obras fue “El patito feo”, la gente consideraba que este cuento era su biografía, porque en su vida recibió un gran rechazo social. Existe un premio con su nombre que se da cada año al mejor escritor de literatura infantil.







A principios del siglo XIX en España destacamos a Cecilia Böhl de Faber que firmaba con el pseudónimo de Fernán Caballero, se dedicó a recopilar textos tanto en prosa como en verso.

Celia Böhl de Faber



En la segunda mitad de este siglo nos encontramos a Calleja, del cual ya hemos hablado en otra entrada y también al Padre Coloma con su recopilación de libros moralizantes. Esta moralización es religiosa, cambia las hadas por vírgenes, etc. Aquí es donde se une la literatura folclórica con los textos de autor. El padre Coloma también ponía moralejas en algunos cuentos.


Padre Coloma

 
Le tenemos que dar las gracias a todos estos editores y recopiladores ya que por ellos conservamos gran cantidad de cuentos antiguos.
Tenemos que saber que la literatura folclórica no es para niños de infantil, gracias a los personajes de los que hemos hablado anteriormente se han hecho adaptaciones para niños.

En este siglo aparecen recopiladores famosos como los hermanos Grimm (Jacob y Wilhem Grimm) en Alemania. Escribieron “El diccionario alemán”, además de recoger cuentos folclóricos para que las historias no quedasen en el olvido, ellos no las adaptaban sólo querían que los  cuentos se conservasen. Cuando se publicaron estas historias se eligieron para leerlas en las aulas como lecturas y los niños que ya sabían leer compraban estos libros porque les resultaba interesante y así se convirtieron en los más vendidos. Hubo padres que se quejaron porque las historias tenían algunos elementos no apropiados para los pequeños como por ejemplo el sexo, la violencia, etc. Por estas quejas el editor pidió que lo inapropiado se convirtiese en apropiado al principio se negaron ya que ellos no lo habían escrito para niños, sino que solamente recopilaron las historias para no perderlas pero al final accedieron. En la tercera edición los cuentos son más o menos como los conocemos ahora. Los hermanos Grimm son los que introducen al leñador en “Caperucita roja” para que sea un final feliz. Disney se basó en versiones de los hermanos Grimm para hacer sus películas y los volvió a poner de moda en el siglo XX.

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